lunes, 26 de julio de 2010

Un presidente a mi medida

Quiero un presidente preparado, no alguien que sólo ha hecho política, política y más política. Quiero a alguien que conozca el mundo laboral de verdad, alguien que sepa lo que es tener un cargo de responsabilidad en el ámbito privado, en cualquier tipo de empresa. A ser posible, que haya trabajado en recursos humanos, relaciones públicas, en marketing... En cualquiera de estos departamentos.

Quiero un presidente que sepa tomar decisiones sin tener en cuenta si le gustarán más o menos a mengano o zutano.

Quiero un presidente dialogante, pero no un presidente que convierta esos diálogos en bajadas de pantalones ante el contertulio de turno.

Quiero un presidente que no se rodee de diplomáticos y políticos. Quiero un presidente que tenga a su lado a personas que, como él, estén bien formados y preparados y tengan experiencia en la gestión de una empresa. Da lo mismo si vendían pescado ultracongelado o coches de alta gama. A fin de cuentas, todos los negocios tienen el mismo desarrollo y el mismo modus operandi.

Quiero un presidente que lo sea por vocación y que, cuando acabe su mandato, no tenga ningún impedimento para seguir desarrollando su labor empresarial, lo que conllevaría que no hubiese beneficiado de ningún modo a dicha empresa en su tiempo como presidente, con que trate a su empresa y a su sector con la igualdad que merecen, es más que suficiente.

Quiero un presidente justo, que recompense el esfuerzo y castigue la holgazanería. Quiero un presidente que sepa loar el esfuerzo, así como reprender ante el error. Por supuesto, quiero un presidente capaz de reconocer, sin tapujos, sus propios errores y que se haga responsable de los errores de quienes están a su cargo.

Quiero un presidente a quien la presión de cualquier sector de la población le resbale totalmente. Un presidente que no haga encaje de bolillos y sí haga una labor para todos, ecuánime e igualitaria. Un presidente con una visión global de todo lo que sucede.

Quiero un presidente que viva en el presente, teniendo siempre presente el pasado para no repetir errores y que no deje de mirar el futuro para anticiparse a él tanto como pueda.

Quiero un presidente que, ante una discusión, opine, razone, discuta y, también, escuche lo que el resto han de decir al respecto y que, entre todos, saquen adelante cualquier cuestión. Pero no quiero un presidente que sólo se siente con sus ministros. Quiero un presidente que se siente con todos los partidos.

Quiero un presidente que se rodee de personas relevantes, que aporten, que piensen, que actúen. Un presidente que, a la hora de elegir sus ministros, no mire sólo a su partido, sino que mire a todos los partidos, que mire en toda la sociedad, no sólo entre los políticos, y que elija de entre toda esa gente, a los más válidos, a los más eficaces, a los más eficientes.

Quiero un presidente que no se pierda en medidas que no aportan nada nuevo o crean crispación en una mayoría de la población. Quiero un presidente que sopese las consecuencias que puedan traer sus decisiones antes de tomarlas. No quiero un presidente que vaya como los caballos con una tira de cuero en cada ojo para no poder mirar hacia ambos lados. Un presidente que sea consciente de la diversidad de opiniones y la variedad de decisiones que se pueden tomar.

Quiero un presidente firme e inquebrantable, un presidente que, sin dejar de ser justo y ecuánime, tome decisiones duras si es menester, pero que no suavice dichas medidas al hacerlas públicas. Un presidente que convoque una rueda de prensa y diga, de la A a la Z, que medidas va a tomar y porque las va a tomar.

Quiero un presidente culto, que dedique un tiempo diario al estudio, a la lectura de cualquier cosa que no sea política, que distraiga su mente, que cultive su mente y abone su pensamiento. Quiero un presidente que hable, al menos, inglés y, o bien francés, o bien portugués (que al menos pueda hablar en igualdad de condiciones con uno de nuestros dos países vecinos). Quiero un presidente que, si bien sería recomendable, si no habla más que castellano de entre los idiomas oficiales de España, que no haga esfuerzos vanos en intentar aparentar que habla catalán, euskera o gallego.

Quiero un presidente que no se refugie en la Moncloa. Un presidente que salga a la calle, que conozca la realidad de quienes le pagan el sueldo. Un presidente que sepa lo que cuesta una barra de pan, que conozca las cifras reales de las nóminas de todos aquellos a los que representa. Un presidente real, un presidente que demuestre con hechos lo que dicen sus palabras.

Quiero un presidente que no se conforme con los números que le presenten sus ayudantes o ministros. Quiero un presidente que, tras ver esos números, entre en google o donde corresponda e investigue por su cuenta, que compare, que sopese, que no de nada por sentado. No quiero un presidente que se justifique diciendo que pensaba que sus datos eran correctos cuando sólo ha conocido una visión de esos datos.

Quiero un presidente... De los que pocas veces han existido. A bote pronto, sólo se me ocurren dos personas que hicieron esta labor. Winston Churchill y Bill Clinton. Hay muchos países, han habido muchos presidentes. Y sólo me salen dos. Las cuentas no cuadran.

Sí, he utilizado sólo el masculino. No voy a estar calentándome la cabeza para pensar en palabras y adjetivos neutros. ¿Que sería lo ideal? Sí, pero no tengo ni tanto tiempo ni tanto conocimiento. Y a quien siga sin gustarle, que se asome por enfemenino.com y debata ahí. Todo se escribe en femenino, seguro que así le gusta más.

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