sábado, 5 de junio de 2010

Tarjeta roja


Echo de menos a nuestra gran amiga. Sí, esa que se sienta en el trono del Ministerio de ¿Igualdad? La tan querida Bibiana Aído.

Hace dos años que se creó ese ministerio a saber para que. Parecía una buena idea, pero se ha visto que no es que abogue mucho por esa igualdad que se le supone. En todo caso, ha hecho labores que ya hacía el Ministerio de Interior o Justicia (no tengo ni idea), facilitar la protección a las mujeres maltratadas, mayores castigos para el maltratador... Está de puta madre. Pero algo deben estar haciendo mal.

A día de hoy, este es el peor año de los últimos 10 años en lo que a mujeres asesinadas por sus parejas se refiere. Aunque el año pasado, fue el mejor de la década. ¿Qué ha cambiado? Nada, casi nada. En lo que a leyes se refiere, son las mismas que el año pasado. Y ahí está el problema. Nada ha cambiado, la gente se acomoda, pierde el miedo, pierde el respeto. Quien maltrata, o es rehabilitado (chungo) o se le tiene en un constante estado de miedo. Igual que quien sufre ese maltrato, se acostumbra a un tipo de ayuda que ve que, aunque da resultados, no lo son tanto como podría ser (aunque la inversión necesaria sería un tanto descomunal) y dejan de pedir esa ayuda, dejan de denunciar.

Si yo soy un enamorado de un grupo y escucho una y otra vez una canción suya, por más que me guste, por más que me parezca increíble ese tema, acabaré sacándolo de mi lista de reproducción, ya no me parecerá tan bueno, al menos por un tiempo.

Con las leyes contra la violencia de género que tenemos en España, pasa lo mismo. A pesar de lo positivas y progresistas que resultan (aún con todas sus sandeces e incongruencias), si no se renuevan, si no se mejoran con el tiempo, se les acaba tomando muy poco en serio.

Como atenuante para la señora Aído, no se puede obviar que con la situación económica que tenemos, las fricciones en los matrimonios, en los hogares en los que ambas personas están en paro o ni siquiera perciben prestación alguna, la tensión entre esas paredes puede favorecer, y mucho, que surjan situaciones de maltrato, del tipo que sea. Y no sólo si ambas personas no tienen empleo. Cuando se trata de dinero, de dificultades económicas, rara es la persona que no se altera. Incluso teniendo trabajo, la tensión que puede generar el miedo a perder ese puesto de trabajo... No sirve de excusa para maltratar ni para asesinar, nunca lo será, pero de cara a la fría estadística, esto exime, en parte, al Ministerio de Igualdad del aumento de los asesinatos.

En cuanto a lo que concierne a la señora Aído y el ministerio que representa, se han pasado un año con chorradas de anuncios televisivos y sus tarjetas rojas (¿en serio creían que eso serviría de algo?), promociones que consisten en repartir POSAVASOS en bares y discotecas (manda cojones, no es mucho para el presupuesto que tienen, pero gastarse 17.000€ en posavasos, es un tanto ridículo) y no se que más tonterías que han ido haciendo.

Pero, vamos a ver, si en mi jardín tengo una plaga de picudos rojos (un bicho que mata a un tipo concreto de palmera) que está jodiendo mis palmeras, trataré mis palmeras con el producto correspondiente y morirán (los bichos), teniendo que darle alimento concreto a mis palmeras después de eliminar al picudo. Pero este insecto, parecido a un escarabajo pero en chiquitín, tendrá crías mientras lo fumigo y estas crías, en forma de larva primero, nacerán, crecerán, se irán a otro sitio o se quedarán en mis palmeras... Y yo los fumigaré de nuevo, pero ya estarán preparados genéticamente para sobrevivir a ese veneno concreto. Tendré que buscar uno nuevo, cuando lo encuentre podré matar al bichejo y... Vuelta a empezar hasta que decidan no comerse nunca más mis palmeras.

Afortunadamente no tengo palmeras (desafortunadamente, tampoco tengo jardín), pero el ejemplo creo que es claro. El ser humano sólo reacciona ante las novedades, ante el estímulo que provocan las novedades, sean del tipo que sean. Si algo permanece inalterable, por revolucionario y atractivo que fuese en su momento, acabamos tomándolo como normal, algo que está ahí y que ya no merece nuestra atención. Hace años, tener internet en casa era la hostia. Llegar a ver una foto de una página web, podía tomar hasta media hora de carga. Hoy en día, si tarda más de cinco segundos ya nos preocupamos por el rendimiento de nuestro router, del ordenador, nos cagamos en Telefónica (o quien tengamos), etc.

Sucede lo mismo con nuestras leyes. Con las leyes referentes a la violencia de género. Son las mismas, no varían. Si hubiesen variado, seguiríamos hablando de ello, estaría en los periódicos, en los bares, en los informativos televisivos, sería una constante novedad (como lo es Internet), lo cual haría que más de un (y unA, que las mujeres, aunque mucho menos y aunque no aparezcan en las estadísticas de su Ministerio, también asesinan señora Aído, también maltratan y también amenazan) maltratador (o posible maltratador) estuviese con la mosca detrás de la oreja todo el tiempo. Más de uno no llegaría a ponerle la mano encima a su mujer por el miedo a lo que le puede pasar. Y la ley es la misma que el año pasado, pero ha desaparecido ese miedo, esa consciencia de esa especie de espada de Damocles que pende sobre ellos (y ellas).

Además, nunca han arreciado las críticas a la ley contra la violencia de género. Sobre todo en lo que a la separación de sexos se refiere. Se defienden desde el Gobierno diciendo que es el hombre el principal maltratador. Y no les falta razón. Pero, si pedimos igualdad, la tenemos que dar, que haya un reflejo en la sociedad.

Imaginemos que yo nunca he discutido con mi pareja, ni siquiera eso, el maltrato es de un 0% absoluto (aunque sea un poco incoherente eso de que el cero sea absoluto), pero mi pareja acude a la Policía Nacional o la Guardia Civil, me denuncia. Pasaré un mínimo de dos noches en el calabozo, eso si tengo suerte y no es un viernes con un lunes festivo, cuatro días con sus cuatro noches de calabozo y una bonita mancha en mi historial.

Ahora imaginemos que estoy en un centro comercial, el día de navidad. Mi pareja coge una raqueta y me agrede repetidamente, yo tengo que ir al hospital a que me pongan puntos en la ceja. Denuncio la agresión. Mi pareja no pisará ningún calabozo.

Presunción de inocencia según tengas vagina o no.

Esto se ha criticado hasta la saciedad y ha, seguramente, envalentonado a muchos maltratadores a maltratar. Han descargado su rabia por este tema contra quien no tiene culpa ninguna, sus mujeres. Quizá sólo uno de estos asesinos se haya visto influenciado por este motivo. Quizá ninguno. Pero me da que es mejor prevenir que curar. Aunque en estos casos no se puede curar, sólo enterrar. ¿Tanto cuesta poner, en esa ley, que cualquier PERSONA que maltrate a su pareja, sean gays, lesbianas o heterosexuales, hombres o mujeres, tendrá la misma acusación?

Porque, si eres lesbiana y tu pareja te maltrata, ¿sabes qué? Te ha agredido una mujer y su castigo será menor que si fuese un hombre. Si es un gay quien maltrata a su pareja, sí que le será aplicada toda la fuerza de la ley.

Totalmente incongruente. Somos personas que convivimos, amamos y queremos. Sin importar si tenemos tetas o testículos, sin importar si tenemos un colgajo entre las piernas o no. Quien maltrata merece castigo, el mismo para todo el mundo, independientemente de su sexo o condición sexual. Coño, que lo dice la Declaración Universal de los Derechos Humanos:

Artículo 1: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.

Artículo 2: Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

Me cago en la leche Bibiana, que te has cargado uno de los fundamentos del ser humano. Concretamente los dos primeros fundamentos. Vaya por dios.

¿De verdad queremos que baje la cantidad de asesinatos? Empecemos por la verdadera igualdad. Sigamos por dejarnos de chorradas de miembros y miembras (te quedarías bien ancha...), dejémonos de criaturas y recién nacidos o bebés (s quieres que la palabra sea neutra, deberías saber que criatura, es algo femenino, aunque creo que en tu ímpetu de denigrar al hombre, te importa un pimiento), dejémonos de tarjetas rojas (aunque reconozco que el anuncio tiene su aquel), dejémonos de separatismos y pongámonos manos a la obra, aboguemos por la igualdad, que se acaben de verdad las diferencias entre hombres y mujeres en todos los estamentos, en todos los estratos sociales, en todas partes (aceptamos dejar los baños de hombres y mujeres separados). Si una ley se hace, que nunca indique "si una mujer..." o "si un hombre...", que indique, simple y llanamente "Quien la hace, la paga". Además, poniendo "quien" en vez de "hombre", ahorramos tinta, poca, pero es una letra menos. Menos da una piedra. Además, es un 2 x 1. Estamos un paso más cerca de la verdadera igualdad y ahorramos, que buena falta nos hace.

En fin, querida compañera de fatigas, Si todo esto no te parece bien, si todo esto te es imposible de hacer porque supondría un conflicto de intereses (ay... como tiran los votos de tus amigas feministas (vaya... feminismo... machismo... se parece mucho) de las asociaciones que consideran al hombre como un mal necesario), simplemente, coge el petate, deja que se encarguen de estas cosas quienes saben de ello, cierra tu ministerio y funda tu propia asociación, que ya ganarás dinero como jefaza de la "Asociación de mujeres de Villarriba (o Villabajo, como prefieras, el parné será el mismo)".

Entiendo que la sociedad, al menos la española, no es igualitaria, que la mujer sigue en inferioridad y relegada a segundos planos en ciertos ámbitos. Es una triste herencia "cultural" de este país. Pero no es a través de la venganza como se consiguen los objetivos. No es a través del castigo y la recompensa (según tengas pito o no) a personas que ni vivieron aquella época, no la provocaron, no saben lo que fue, no es dando facilidades a las mujeres hoy en día "porque hace 50 años estaban jodidas", como se solucionan las cosas. Estás compensando a quien no debes y dejando de lado a quien no debes.

Porque Bibiana, esto o lo arreglamos entre todos, todos a una, o no se arregla nunca. La balanza ha de equilibrarse poniendo el mismo peso en cada plato. Y de esos dos platos, antes había uno lleno. Un día se equilibrarán, pero con leyes como las que tenemos, el plato que antes estaba vacío, pesará más y más. Se alejará más y más de lo que se supone que buscamos, la igualdad.

2 comentarios:

  1. Gracias por tu comentario Phinter.Intentaré seguir dando motivos para que te siga gustando el blog.

    Saludos!

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